viernes, 4 de enero de 2019

CAMBIAR DE CARRERA Y ENCONTRAR TU PROFESIÓN

Decidir  una carrera
A decir verdad, cuando terminé el secundario ni sabía que existía una carrera de diseñador de imagen y sonido, y menos sabía que en la UBA había una carrera que se especializaba en la realización artística de cine y televisión. En mi caso particular, no tenía idea qué estudiar, tenía 17, había estudiado en la escuela pública Antonio Devoto con título de perito mercantil. 
Como me había gustado historia de primer a tercer año, creí que esa podía ser una buena carrera para mi. Tuve una excelente y exigente docente, Dora Squarzon. Odiada por todos, por sus lecciones orales cada clase. Pero en el fondo, yo la amaba. Todo lo que nos daba para estudiar, para mí era super interesante. Los trabajos prácticos, los resúmenes para estudiar, todo.
Terminé la secundaria en 2003, sin llevarme nunca una materia. Sólo una vez casi me llevo Educación cívica, pero la safé pidiendo rendir orales cada clase, y logré levantar el promedio. Me aterraba llevarme una materia, cuando a la mayoría de mis compañeros, les daba igual sumar una más a las que rendirían en diciembre o directamente en marzo.
Cuando me preguntaban que iba a estudiar, desde tercer año que decía historia, la verdad, no sabía que estudiar, pero no podía no tener una respuesta a una pregunta tan trascendental como esa. Entonces, cegada por estudiar eso, y no investigar lo suficiente, me anoté en el CBC y al año siguiente empecé a cursar en ciudad universitaria. No voy a decir que me resultó fácil la transición de la secundaria al ciclo básico común. Me costó y me costó mucho. Me quejaba cuando me mandaban material de estudio, la verdad es que no tenía ni idea lo que era realmente estudiar. Comprender lo que leía.
Welcome to the jungle CBC
Arranqué con los miles de estudiantes que arrancan el CBC cada año, todos niños perdidos, caminando por los pasillos del pabellón 3. Entrando a cualquier aula, y preguntando si en ese lugar dan sociedad y estado. La mayoría parecemos retraídos, callados, sin el grupo de pertenencia que te definía en la secundaria. Tenías que empezar de cero. Las materias que tenía que dar para entrar a la carrera eran sociedad y estado, pensamiento científico, economía, semiología, antropología y sociología. Todas me las llevé a final, no pude promocionarlas. Recuerdo que sociedad y estado, que es la materia de historia, me la llevé a final y la aprobé con un rasposo 4. Mal augurio para la carrera que había elegido. 
Corría el año 2005, y entré a la carrera de historia, que se estudiaba en Puan. Llegué y fue empezar de cero. Todo era distinto, desde cómo conseguir los apuntes, la numeración de las aulas, el método de estudiar, los compañeros. Puedo decir que cursé casi dos cuatrimestres, y no metí ni una sola materia. Estaba perdida, no me encontraba, me apabullaba la cantidad de material para estudiar. Me aterré. 
Le conté a una amiga lo que me pasaba, ella estaba en la misma disyuntiva, se ve que le pasa a mucha gente. Ella me miró y me dijo que me veía estudiando imagen y sonido. Yo ni sabía de qué me hablaba. ¿Imagen y qué?. Ella me respondió: Si, es una carrera que dan en ciudad universitaria, son todos raritos, como vos, que les gusta el cine. Quedé recalculando, y me llevé esa conversación en mi cabeza.
Mientras iba a una cursada de antropología para historiadores en el 2 piso de Puan, vi un cartel que ofrecía las charlas orientativas de las carreras que se daban en la UBA, y al día siguiente sería de la carrera de imagen y sonido en la FADU. Sentí que era una señal. No la dejé pasar, y fui a la charla.
El aula magna del subsuelo estaba lleno de chicos con buzos de 5 año del secundario, muchos grupitos de amigos, y yo. Ahí, sin saber que estaba haciendo en ese lugar, pero dispuesta a escuchar. Estaban dando la charla de gráfica, imagen y sonido y redactor al mismo tiempo. Por suerte un profesor del que no se su nombre, pero nunca lo voy a olvidar, dijo, "Los de imagen y sonido, vengan conmigo al aula 319".
Cuando entré al aula, me di cuenta que no éramos tantos los que veníamos a la charla orientativa de esta carrera. El profesor, decía haber caído en la charla a último momento, porque quien tenía que darla había avisado a último momento que no asistiría. Era un señor de pelo largo, enrulado, flaco, con nariz respingada. 
No recuerdo exactamente sus palabras, pero dijo varias cosas de la carrera, era una carrera que te abría las puertas al cine. Aprendías de todo. Recuerdo que contó una anécdota de un rodaje, en ese momento yo sentía que podía ser él, filmando, trabajando en cine. Que nunca me lo había puesto a pensar, pero que quería filmar películas, como las miles que me gustaban y apasionaban desde hace muchos años, mismo antes de entrar a trabajar en el video club de mi barrio.
Encontrar tu carrera
Bueno, cuestión… me volví loca con la carrera. En una semana me decidí que historia no era lo mio. Estaba en el mes de octubre, para empezar el próximo cuatrimestre faltaban un montón de meses, recién podría volver a arrancar el CBC, en marzo del año siguiente. Tengo que admitir que a mi mamá no le causó mucho gracia, capaz pensó que me había agarrado la vagancia y que quería dejar. En realidad, quería encontrar algo que me apasione estudiar.
Al año siguiente volví a empezar el CBC, para dar las materias que me faltaban, dibujo, proyectual I y II y matemática. Dos de esas materias, jamás pensé que aprobaría. Matemática era mi karma, y en dibujo era malísima. Así que luchando contra viento y marea y poniéndole muchooo esmero, logré pasar todas las materias. Matemática la promocioné. Fue todo un logro.
En el 2006, entré a la carrera, empecé cursando materias como Diseño audiovisual I, sonido I, iluminación y cámara, historia analítica de los medios internacionales. Recuerdo que volvía de cada clase enamoradísima, sabía que eso era lo que yo había estado buscando aprender. Ciudad universitaria, pasaba a ser mi lugar en el mundo, los compañeros, los amigos, los grupos, los textos, todo estaba conectado a lo que quería para mi. Empezar a filmar, conocer cada rol dentro de una realización, comenzar a crear historias. Allí pude conocerme a mí misma, qué me gustaba, en qué rol me gustaría especializarme, que quería contar.
Allí encontré mi profesión, mi cable a tierra, la herramienta para poder desarrollar mis pensamientos e ideas.

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